Desde el Estigia y a través del Leteo.

Soy Pepe y estoy aquí, ¿puedes verme? Sólo quiero mirar y hablar un poco, mirando a través del río terrible que es el Estigia, y pasando con cuidado por el Leteo, que en cualquier momento y descuido se comerá todos los recuerdos.

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Nombre: Pepe
Ubicación: Ninguna, Región este.

Érase yo, y me perdí, desde entonces vago. Me gusta platicar, me gusta admirar, me gusta contar, y si no hay nada más, vamos a gritar. Si la tranquilidad es adecuada, dormiré, mayor delicia no hay.

martes

Smoking away.

¡Ey Frank! Me regalaron una pipa, ¿me enseñas a usarla?

Me vino a la mente cuando era pequeño, muy pequeño. Mi abuelo aún caminaba y era muy activo. Recuerdo cómo al llegar siempre lo podía encontrar en el cuarto de cacería fumando su pipa. Que si siempre era la misma pipa o las rotaba de su colección, eso no lo podría saber. El cuarto de cacería estaba lleno de trofeos que mi abuelo había ganado en torneos de tiro, además de un buen montón de libros acomodados en los muchos libreros que había, que aún hay. Recuerdo una vez que mi padre estaba fumando un cigarro en su compañía... o eso me he de imaginar, pues tan sólo sé que estaba en el cuarto de cacería platicando y lo más probable es que fuera mi abuelo su interlocutor, ¿no lo creen? Mi abuelo paterno murió de cáncer agravado por su tabaquismo cuando mi padre debía tener unos diecisiete años, de manera que no le pude conocer de manera alguna... Mi abuelo materno en cambio enfermó y quedó por más de diez años en cama hasta que hace casi dos años murió al fin...

Yo miraba con curiosidad a mi padre a quien poco veía fumar. Sabía que había fumado cuando más joven, que lo había dejado, y lo retomó hace unos pocos años. Es su único placer dice siempre ante las intempestivas que mi pequeña hermana le dirige. Aquella vez, pregunté a qué sabía. Como muchas otras cosas, mi padre me dijo "pruébalo", pero no me atreví. Siempre fui un cobarde, ¿sabes?

Probé un poco de vino que me supo horrible... jugué con la toma de corriente recibiendo chispazos pero no una decsarga -¿bendita servilleta que usé para introducir el alambre?-... sí, me atreví a algunas cosas. Pero sólo aquello que me parecía más seguro, más conocido... siempre he sido un cobarde, lo confirmo.

Cuando hace poco comencé con el tabaco, cigarros Faros sin filtro como siempre había jurado que fumaría aun cuando juraba que nunca fumaría siquiera, mi padre me preguntó por qué no fumaba mejor pipa. El día de mi cumpleaños, me regaló la pipa y le tabaco que tenía guardados desde hace mucho... me pregunto si es la pipa de mi abuelo, Requiescat in Pace.

Tal vez algunas cosas sí se pasan a los hijos mayores... por más que mi hermano subsecuente sea más parecido a él y se lleven mejor.

Alguna vez leí que el peso de heredar el nombre del padre podía afectar al hijo. A mí siempre me pareció sólo un detalle, una suerte de tradición. En cuanto al negocio familiar, de alguna manera siempre estuve tranquilo pensando que mi hermano se encargaría de él y yo quedaría libre para alguna otra cosa... sigo sin saber para qué, por si se lo preguntan.

El tabaco... adoro su olor antes de encenderse... después me resulta insoportable. Aunque hay que lidiar con ello. Decidí fumar, ¿o no? No sé si me hace sentir algo en especial... pero el tratar de fumar sólo, me distrae lo suficiente para poder relajarme un momento...

...y el humo se va...

...con un poco de mi vida...

...se llevó la de mi abuelo...

...la de los dos...

...tal vez la de mi padre...

...también la mía sería normal pensar.

Nos vemos.

lunes

Идіотъ

Elyah, para tí que como yo no entiendes ruso, aquí arriba dice "Idiota" en antiguo ruso... o eso me dijeron. En caso de que te lo preguntes, Karl y Frank tampoco lo hablan.

En Rusia, el país lejano que imagino cubierto en nieve, el príncipe Mishkín va medio muerto de frío en uno de los tantos vagones de aquel tren que idealizo desafiando lobos. Sufrienod de epilepsia desde antes de tener uso de razón, al idiota le queda sin embargo la claridad que su ingneuidad le deja en forma casi de videncia.

Nuestro príncipe, sí, porque es n-u-e-s-t-r-o príncipe, conocerá al desgraciado y extremado Ragojine, con quien el destino parecerá no querer dejar de enfrentarlos. ¿Pueden Dios y el Diablo ser amigos? No cabrá duda.... El primero le cura de la fiebre acariciándole los cabellos.

La desdichada, la hermosa e inocente Nastasia se enamorará, pero no puede haber ya nada para ella... ¿verdad? Y el público, rudo, burdo, sin modales se deleita enfureciéndola para que la vista de sus ojos llameantes los extasíen, eso señores es la verdadera belleza.

Y a ti pequeña Agláe, ¿o Agláya?... amas al pobre caballero, pero el pobre caballero no puede ir por una damisela que no está en desgracia, ¿cierto?... si así lo fuera, ya no sería lo que amas. Quédate sin embargo también con eso que de inicio te negó la ingrata providencia, te quede sólo la desgracia, que de eso trata...

¡El telón, el telón!

La obra acaba: manicomio, cárcel, ataúd y matrimonio, choose your poison my dear.

Nos vemos.
~grin~
'Tis is delicious....

Идіотъ (Idiota),
Fyodor Mikhailovich Dostoevsky.
Escrito en 1869.
Allá en Rusia.
Mi edición es de Porrúa,1973.
Titulada: El príncipe idiota.

domingo

Súplica en poesía de Mi.




Por favor dime que no habrá mañana.
Por favor di que despertaremos a la nada.
Una bala atraviesa el corazón.
Lágrimas manan hasta tu mentón.
Que todo acabará.
Quiero echar una última mirada al mundo.
Quiero sentir que lo extrañaré.
La sangre no se detiene,
el corazón la bombea.
Escucho su latir desesperado
y me regocijo en la angustia que a la vida se aferra.
Dime que todo acabará.
Di que me besarás.
Se acerca tu boca a la mía,
pero el expirar es lo único que tus labios sentirán.



sábado

Confesiones, segunda parte.

-Donde el autor da cuenta de otros detalles de su lejana, e inexistente ahora, niñez además de referir lo que prometiera en el anterior escrito-

Puedo recordar a Rocío, con quien fui pareja en un bailable y con quien sentí podía hacer buena pareja. Sin embargo, he de admitirlo, no tengo memorias de pláticas intercambiadas con ella o ningún otro acontecimiento importante. Si bien, no podría dejar de decirles que yo era afecto a las cosas que no cambiaban, la inseguridad es pues parte inamovible de mí, asíque empollaba el pensamiento de siempre ser emparejado con ella. Confieso también, amables lectores, que la vez en que practicábamos para el bailable del que hice una ligera mención también tuvo un incidente que me ha atormentado ahora que sé lo absurdo que resultaba mi actuar de niño pequeño, caprichoso y ante todo, pronto al abundante llanto. Los niños que componían mi grado en aquel entonces parecían ser de las primeras generaciones abundantes que comenzaban a desbordar el entonces pequeño ámbito escolar de mi natal ciduad (nacido yo en Guadalajara, registrado y vivido en Zamora, todo es relatividad), era por tanto natural que comenzasen a hacer divisiones a fin de un mejor control. Divididos los niños, acabé estando en el segundo grupo, y sentado en el suelo miraba la formación de todos los afortunados del primero. Entonces en mi pequeña cabecita se abarrotaron pensamientos fatalistas. Si estaba yo en un segundo grupo, era obvio me tocase un segundo bailable, y todo el tiempo gastado en el primero era inútil, tendría que aprender otro, y por añadidura la fecha de presentación se acercaba, podía ser que no alcanzase mi capacidad para aprender este segundo baile, y entonces la tragedia se desmenuzaría frente a mí... Con estos y muchos otros de igual calaña rumeando por mi psique, no tardaron en aflorar constantes y abundantes lágrimas hacia mis mejillas. Casi logro ver ante mis ojos la escena, la hilera de niños sentados junto a la barda, los formados, mi pareja mirándome sin saber qué y la maestra que asustada, extrañada, desorientada no atinaba a saber qué podía ser la causa de un llanto así de efusivo. Ante la pregunta, debí contestar de entre sollozos sin mucha claridad y sin lograr exponer mis pensamientos, sólo sacándose en claro que quería ser le primer grupo al que fui restituido sin tardanza. De verdad creo que un niño insoportable era yo, y me temo no he cambiado en lo más mínimo sino en la forma en que expreso mi terquedad, sentimentalidad y demás.

Sabía yo que el orden de la vida me deparaba por fuerza a una mujer, pues tendría yo que casarme llegada la edad, y me preguntaba de constante quien sería la compañera de mi vida. No podía yo siquiera imaginar que la vida da demasiados giros, y que de las mujeres de las que en aquel entonces trababa mi conocimiento, ninguna seguiría en mi contacto al momento en que yazgo aquí escribiendo estas memorias mías, más bien al contrario, creía yo que el mundo era pequeño y que conocería las mismas personas por toda la eternidad, sin importar que el mundo fuese en realidad enorme. Acaso también estuviese un poco de esa sensación de que la pareja puede ser una niña con la que se ha trabado conocimiento desde la más tierna edad, recurso y tarma tan famosa y socorrida en las historias de ficticia procedencia. Viene a mi memoria el nombre de Sandra, chica con la que nunca trabé mucha plática y que acaso por lo mismo me gustara. No es que de amor infantil se tratase, era más como una suerte de selección, "ella podría ser una buena pareja para mí, no me parece mal". Y ahora reflexionando sobre aquél incidente, noto de inmediato algo que será hasta el día de hoy regla, y que acaso lo será por mucho tiempo más. Y es que a aquellas mujeres que me han sido mas cercanas, les he compartido de todo, pero más improtante, les djeo de ver en percepciones de bonita o fea y llegan a ser sólo ellas mismas. Mientras que aquellas alejadas y con las que nunca trabo palabra ni nunca podré, son las qu eme parecen lindas y desebles como compañeras. No me cabe duda que sea una suerte de desajuste proferido por la exposición a la televisión, historias y todas otras leyendas urbanas que tenía frente mío. Y que alteraban lo que es siempre un campo fertil en mí para desvíos e ideaciones absurdas, es decir, mi imaginación.

Hablaré ahora de lo prometido tiempo hace un tiempo ha. Tenía por vecinas en aquellos años en los que mi conciencia comenzaba a concretarse a tres niñas a las que no mucho tiempo después se les agregaría una cuarta, poco después de que mi segundo hermano naciese. Las cuatro niñas tenían edades adecuadas para quedar intercaladas entre mis hermanos y yo, siendo la mayor un poco más grande que mi persona, pero la segunda menor y al mismo tiempo mayor que mi primer hermano.
Era obvio y no había nada que preguntar o cuestionar, acabaríamos casados los unos con los otros, pues el orden de los nacimientos eran en verdad muy adecuado, además de ser vecinos que jugábamos todo el tiempo juntos. Las hermanas eran Nena, Ana Paula, Lizette, y Ariane. Nena era con quien más tiempo y pláticas comunes gastaba, si bien Ana Paula quien era callada y de muy buen portar era aquella que me estaba destianda según mis primeros y muy exactos cálculos. Me sentía yo afortunado de que aquella virginal figura, callada y tímida fuese la destinada a ser mi esposa. Y si bien no intercambiábamos muchas palabras, estaba yo seguro que las cosas se harían por sí solas, y esa seguridad no daba lugar a ningún sentimiento o pensamiento ajeno. Todo estaba resuelto, y yo estaba acorde a ello. Sea acaso ésta, una obra de mi prediscposición y gusto para con lo preordenado que tantos disgustos y dificultades me ha acarreado ahora que tengo revelada la verdad sobre este mundo sin orden ni ley. Y me hace pensar en todos esos romances e historias que vemos en pantalla o leemos en escritos, donde el par de enamorados parecen serlo no por sentimientos, sino sólo porque así parece que debe de ser. Pero pensando con un poco de calma, y desde este tiempo en que la visualización del pasado se antoja objetiva y más precisa, diría que sii de alguien me había enamorado era de Nena... a ella era a quien buscaba y con quien pasaba los días... Tonto he de ser que incluso en recuerdos soy romántico, no debe haber duda, no seré nunca un buen historiador.

~Continuará... nos vemos~

La Nada que todo lo consume.

En el principio no había Dios, y la Nada me aterraba.

La vida pasa ante tus ojos con ridiculez, y el tiempo es sólo un espantapájaros que se apresura a irse antes de que podamos decir palabra. Es por eso que uno no suele darse tiempo de nada, es por eso que uno prefiere no aceptar lo evidente pues no se le puede cambiar y aparte no puede uno perder segundos en tal empresa. Pero hay veces que no queda otra que admitirse todo, quitarse la máscara un rato y dialogar con el espejo imaginario de nuestra mente. Así, me tuve que confesar:

Nunca tuve fé.

Nunca creí en Dios.

Cuando pequeño, en mi mundo que aún no distinguía la magia de lo absurdo y todo eso lo confundía con lo que el mundo se supone estaba frente a mí, se me ocurrió hacer la pregunta maldita:

"¿Y si no hubiera Dios, qué pasaría?"

"La nada."

Fue la respuesta.

"¿Qué es la Nada?"

"Cuando duermes a veces sueñas, a veces no. Cuando no sueñas, eso que ocurre en la noche que parece que dura un instante pero es nada, eso es la Nada, así es como acabarás."

Y temí.

"Pero... sí hay Dios... ¿no?"

Y esperé a que hubiera pruebas de ello... y las encontraba para luego ver que eran falsas.

Pasan los años, ¿sabes? Y seguía preguntándome cada tres o cuatro de ellos por mi temor absoluto. Y es que no quería pensar en ello, me angustiaba y sentía que mi vida había terminado ya si la Nada era la verdad.

Por fin, sin embargo, tuve que admitir que Dios no existía y que lo que no existe sí. Durante tanto tiempo fui defensor, durante tanto tiempo comprendí lo que la religión decía y esperaba creerlo. Pero uno tiene que ser cínico y admitirlo. Así, la Nada estaba ahí esperando por mí. Pero yo no quería hacerme consciente de ello.

Y siempre, en lo más profundo y en lo más superfluo, albergué la esperanza de estarme equivocando. Pero también me daba cuenta de que no había salvación... de ser las cosas como decían, al finalizar mi tiempo llegaría la Nada, ya fuera olvidándome de mí y uniéndome a la deidad, lo que equivale a la Nada. O el Ser que se encarnaría en otra persona, inmortal pero olvidando todo lo que fui: también la Nada.

Si el infierno existiera... Si Dios no nos quiso poner nunca a prueba, si Dios sólo quería preguntarnos "¿quieres estar conmigo o no?" Entonces el Cielo sería irte con él, entonces el infierno sería quedarte solo por la eternidad... Mis fantasías de pequeño, un mundo como el que conocía pero que no termina, un mundo donde jugar por siempre... Los niños de verdad nunca crecen, los niños que desde entonces son infantiles... Para alguien así...

No hay salvación

Y la angustia me consume en esas horas muertas de media tarde... en mi cama... solo... no puedo evitar encogerme... hacerme pequeño para sentirme más cerca... Ya le facilito su trabajo a la Nada mientras trato de escaparme, estando más chico para que me coma de un bocado...

Ironía...


Nos vemos.