Desde el Estigia y a través del Leteo.

Soy Pepe y estoy aquí, ¿puedes verme? Sólo quiero mirar y hablar un poco, mirando a través del río terrible que es el Estigia, y pasando con cuidado por el Leteo, que en cualquier momento y descuido se comerá todos los recuerdos.

Mi foto
Nombre: Pepe
Ubicación: Ninguna, Región este.

Érase yo, y me perdí, desde entonces vago. Me gusta platicar, me gusta admirar, me gusta contar, y si no hay nada más, vamos a gritar. Si la tranquilidad es adecuada, dormiré, mayor delicia no hay.

sábado

Un juego.


Elige tu escritor:
Michael Ende.

¿Masculino o femenina?
Atreyu.

Descríbete:
La historia sin fin.

¿Cómo te sientes?
El espejo en el espejo.

¿Dónde vives actualmente?
El anfiteatro.

¿Si pudieras ir a cualquier otra parte, a dónde irías?
Las catacumbas de Misraim.

Tu medio favorito de transporte:
El tren que no pudo tomar el bombero.

Tus mejores amigos son:
La hija de la luna.

Tu color favorito es:
Casiopea.

¿Cómo está el clima?
Llovía en el salón de clases...

Tu momento favorito del día:
La selva nocturna Perelín.

Si tu vida fuese un programa de televisión se llamaría:
Max Muto, viajero por el mundo del sueño.

Tu regalo ideal de cumpleaños sería:
El teatro de sombras.

¿Qué es la vida para ti?
El ponche de los deseos.

Cómo es tu relación:
Como el oráculo Uyulala.

Tu miedo:
La prisión de la libertad.

¿Cuál es el mejor consejo que puedes dar?
Haz lo que quieras.

Si pudieras elegir otro nombre, ¿cuál sería?
Momo.

Un pensamiento para hoy:
Aprende a escuchar.

Cómo quisieras morir:
Rodeado por la Nada junto a la Emperatríz Niña.

El estado actual de tu alma:
Confundido como los trece salvajes.

Tu mayor secreto:
El secreto de Lena.

Tu lema:
Pero esa es otra historia.

-<-o-O-o->-

¡¡Puedes armar tu propio cuestionario, escoge un escritor (o director de cine, lo que quieras) y llénalo!!

Encontré el pequeño cuestionario en:


Sirve que se dan una vuelta por los lares de la historieta mexicana, muy interesante siempre ^_^.

¡Nos vemos!

miércoles

Requiescat in Pace, Abuelita, 14/07/09

Le dije que descansara...


...creo que me escuchó.

Siempre...


Siempre pensé que viviría pasados los ochenta.

Ahora pienso que me quedaré en los cuarenta.



¿Qué pasará entonces que acabará con mi vida?

Simplemente me parece mucho tiempo.

Los años que llevo de vida han transcurrido con extraña pero común diferencia. Digo, a la mayoría de la gente le pasa. Los años de la niñez pasan con cierta lentitud, una semana parece interminable y por más que pasan los años todo parece de alguna manera seguir igual.

De pronto, los años comenzaron a escurrirse por los dedos y las cosas a cambiar con rapidez al tiempo que permanecen iguales. Ésa es una frase común mía "mientras más cambian las cosas, más siguen igual".

Pero en este caso... veinte años más de esta vida... me suena como el tiempo suficiente para acabar mis asuntos pendientes.

Y si no los acabó, entonces ni otros treinte o cincuenta años serían tampoco suficientes.

¿Qué sentido trato de buscarle a todo esto?

Siempre me he sentido muy resentido con todas las historias y novelas que leí cuando chico. Me hicieron concebir un mundo donde existe la verdad y donde el bien gana al final... el mundo que ahora descubro es más bien caótico y donde todo depende del simple azar. Y entonces ahora me enojo cuandi sigo viendo esas mismas historias de esperanzas imposibes.

Simplemente quiero una prueba de que algo así es posible. De que puede existir el destino y de que algo ineresante me aguarda.

Y mientars sigo caminando, ahogándome de cuando en cuando en culpas, en arrepentimientos por cosas que no intenté y que de todas formas no habría podido realizar.

No entiendo muy bien...

Pero veinte años más me pareecen suficientes. Y lo único triste es que acaso me aterre al llegar a aquél tiempo y piense en este vaticinio que me dedico ahora.

La nada me sigue aterrando pero... sólo será cuestión de un momento, ¿no?

Veremos qué pasa.

sábado

Un instante...

Salí por la puerta (como es mi costumbre).

Y un aroma diáfano, ligero, un poquito dulce me llenó.

Estoy seguro que cuando la sensación de aquél aroma llegó a los extremos de mi cuerpo, mi nariz ya había dejado de percibirlo.

Pero eso no cambió mi reacción.

Me sentí feliz y ligero como aquel aroma que tenía un suave matiz conocido (¿en otra vida? ¿en esta vida, pero mucho antes?).

Y me agradecí dichoso.

Un instante cuya nitidez ya se había borrado de mi memoria momentos después, pero que lo valió todo.

No lo recordaba bien, pero sabía que ese momento había valido toda mi existencia. Y recordé muchos otros momentos así. Fugaces e indescrifrables, epro que inequívocamente, lo valen todo.

Tal vez no lo recuede la próxima vez que me inundé en pesar.... pero lo valió. Valió ese momento por él mismo y por todos los demás en los que incluso tal vez no lo recuerde.

Fue hermoso.

martes

Tener variedad

Tengo sueño, tengo hambre.

Me duele la espalda y me arden un poco los ojos.

Trato de variar mi existir, el estilo cuando menos.

Cuidar el sueño, cuidar lo que como.

Practico nuevas posiciones para aliviar espalda y hombros...

...pero no tengo ni idea de qué esté funcionando o no.

Es ahí cuando uno se da cuenta que este mundo da tantas posibilidades y muchas de ellas no tienen utilidad para aquello que buscamos.

Cuando menos, me da un poco de variedad en esta vida mía.

Mañana tendré un cuentito por aquí.

Saludos ^_^

lunes

Rima que no rima.


Estos eran nueve gajos,
en la misma mandarina,
si me como ocho gajos,
¿cómo sabrá el último?

Si se nota, este pequeño poema, rima, adivinanza, lo que sea tiene un fuerte trasfondo matemático y otro, mucho más grande, existencial.

Es decir, ¿si me como todos los gajos de la mandarina, menos uno, puedo saber si el último sabrá dulce?

Es un gran misterio...

Como en los cacahuates o huamúchiles, uno siempre sigue comiendo por ver cómo saldrá el que sigue.

Grandes incógnitas d ela existencia que, según algunos, le da sabor. 

¡Variedad de sabor!

domingo

Frío~


Comienza a hacer frío.

"Comienza a hacer frío" pensó la estatua. Y como no había novedad en su vida, repitió el pensamiento varias veces. El frío mientras tanto cambiaba poco a poco, a veces helaba, a veces no tanto. Ráfagas de viento aumentaban la intensidad de la gélida sensación, y a veces un poco de sol filtrado entre nubes daba la ilusión de que mermaría aquella heladez. Pero como nada de esto lo podía sentir la estatua, seguía pensando lo mismo: "comienza a hacer frío".

Yo en lo personal, caminé por el pasillo y pensé "comienza a hacer frío", y luego me sonreí. Pensé en lo delicioso que sería sumergirme en la cama calientita, o incluso fría pero que habría de calentar. La estatua era diferente, ni caminaba por pasillos ni tenía una cama en la cual calentarse, estaba ahí parada como el día que la instalaron y estaría hasta que alguien más (persona, animal o cosa) la quitara o derribara). Así son las estatuas, más aún, así son las piedras. Y como toda piedra, mientras yo ya había pensado todo este párrafo, ella sólo había repetido en su mente: "comienza a hacer frío".

Y tardó un tiempo hasta que esa simple frase le fue tan común a su pensamiento que ya siempre estaba ahí, como un eco, como un escenario. Y la estatua ya no pensaba "comienza a hacer frío", pues de alguna manera ya siempre lo estaba pensando. Así es la memoria de la piedra, permanente una vez que labras en ella.

El frío arreció y ya nadie salía a la calle, salvo la apesadumbrada madre que corría entre las calles a casa del doctor por auxilio. Era una carrera frenética pero silenciosa. Un extraño espectáculo. Si nunca lo has vivido, creerías que es tal cual se ve: silencioso, blanco, hasta suave. Pero cuando lo has vivido, sabes que tu respiración retumba en todo tu ser, que los pies se tropiezan con todo, que la nieve obstaculiza y alenta cualquier movimiento, que la vista se nubla y entonces un pequeño quejido desde el fondo de los pulmones se escucha. Sin olvidar que en la mente hay una suerte de caos, un pensamiento de fondo se repite con mil voces distintas sin acabar de ser distinguible, pero que de todos modos sabes lo que es. Un pensamiento del que sólo puedes saber que es apremienta, y que no tratas de aclarar porque, de todos modos, ya lo conoces, y peor aún, sabes que no quieres recordarlo aunque sería imposible olvidarlo.

Se parecen un poco, pensamiento atropellado de la madre y el eterno de la estatua, mentira: no se parecen en nada. Es posible en una semana el pensamiento de la madre haya cambiado pero el de la estatua seguiría igual. No tiene mucho qué pensar pues, y no se le ocurría poder pensar un poco más a pesar de la capacidad. Tener la capacidad de pensar, pero no la capacidad para saber y, por tanto, reflexionar... parece paradoja, pero así es el mundo. Ni siquiera cuando el cincel le forjó la cara y le dio ojos que le permitieron ver, cambió lo que pensaba (piensa, pensaría).

Bueno, eso no es del todo cierto...

Sí había algún que otro pensamiento nuevo, pero que de inmediato convertía en pesado e inamovible pensamiento de piedra.

Como cuando la nieve cubrió sus ojos y entonces de dio cuenta:

"Comienza a hacer frío".