Desde el Estigia y a través del Leteo.

Soy Pepe y estoy aquí, ¿puedes verme? Sólo quiero mirar y hablar un poco, mirando a través del río terrible que es el Estigia, y pasando con cuidado por el Leteo, que en cualquier momento y descuido se comerá todos los recuerdos.

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Nombre: Pepe
Ubicación: Ninguna, Región este.

Érase yo, y me perdí, desde entonces vago. Me gusta platicar, me gusta admirar, me gusta contar, y si no hay nada más, vamos a gritar. Si la tranquilidad es adecuada, dormiré, mayor delicia no hay.

lunes

Principito visto por principito.

Karl... ¿cuándo leíste el Principito?

Creo recordar algo sobre la primera vez que leí el Principito. En realidad, tengo ua imagen muy viva de mi persona arrumbándose en la cama de mis papás, poniendo la lamparita de mesa y haciendo un esfuerzo por leer aquellas páginas gruesas y algo gastadas, herencia de un quién sabe quién que había abigotado una que otra imagen.

Me costó trabajo leerlo.

No me gustó.

Tengo cálculos de haberlo leído antes de tercero de primaria (fecha de mi lectura de la Historia Interminable, que devoré y me paladee). Tal vez fue en segundo. Había leido fragmentos en esos libros de gobierno que estaban llenos de cuentos, poesías y adivinanzas (también traían refranes). Siempre devoraba todo texto semi-ilustrado que fuera corto. No aguantaba nada muy largo, y es que la verdad, me aburría. Lo esencial tal vez era tener elementos con los cuáles irme pronto a crear mis propias extrañezas. Ve tú a saber. Pero como lector que me preciaba de ser, me dije "tengo que leer el Principito, es el libro para niños, por el que se debe empezar". Así que ese pequeño librito se volvió mi primer lectura obligada. Y como ya dije. No me gustó.

Lo volví a leer en secundaria... o fue en la prepa, también es posible. Y no puedo describir lo mucho que me encantó. A esas alturas ya había leído Hesse y algunas otras obras clásicas -viejas-, asíq ue el principito que de pequeño me tomó más de una larga sesión de concentración, tomó ahora poco más de una hora... tirado en la cama del primo al que le había visto la curiosidad que decidí releer por mero capricho me parece.

Lo he vuelto a leer más de alguna vez. Georgina dice que cada que lo lee le encuentra un significado distinto. Yo sólo le he encontrado el mismo siempre. Claro, desde mi segunda lectura, de la primera guardo pocos si no vagos recuerdos. Y me pregunto, ¿por qué fue tan diferente una lectura que se supone pensada para niños? La respuesta sería que siempre tardé demasiado en madurar, lo que aunada a la excelente educación mexicana hubiera provocado que aprendiera a leer antes de entender qué demonis leía. Pero también es posible que el libro fuera ecsrito para todos aquellos que alguna vez fuimos niños.

Los niños no entendemos de eso, sólo lo vivimos (me doy el lujo de poner palabras en mi boca de hace veinte años).

Y sí, el camino del principito por los primeros planetas menores me pareció justo cómo se le decsribe a él: absurdo. No encontré sentido a lo que decían... ni a lqo ue hacían. Y después de eso, viene un principito más maduro. Uno que entiende de enigmas de serpientes y que por fin descifra los senitmientos de una flor que dejó hace tiempo atrás. Sí, yo no podía comprender... era demasiado joven.

Es la explicación que me doy a mí mismo sobre lo que pasó... sí, los adultos siempre quierne explicaciones. Como decía Saint-Exupéry: "tal vez me he vuelto un poco adulto".

Y.. ¿donde está mi rosa?


Nos vemos...

viernes

Añoranza de un mundo imposible: la razón de una vida sin sentido.

¡ARGH! Frank... ¿ayuda?

Pienso un momento... P.P. Así me llaman. Y sí, no quería crecer. Y cuando me dicen que soy un niño digo "sigo sin querer crecer". Pero, ¿en realidad sigo siendo el niño que dicen, el niño que digo? ¿Qué es lo que me enlaza a ese mundo de antaño que debí dejar?

La fantasía.

Me di cuenta, que tal vez el mundo era demasiado plano para mí. Nunca me resigné, nunca acepté un mundo tan limitado. Un mundo sin magia, sin dinosaurios o que no tenía robots que cambiasen de forma.

Debí aceptarlo.

Terco de mí. "Porfiado" me decía mi pequeña hermana que ya no me habla. Buscando una salida a ese mundo real que siempre pintaban aburrido y sin sentido como una calle de asfalto encontré una pequeña cláusula, letra pequeña en el contrato de la existencia. Un resquicio legal por el que podría tal vez eludir las leyes del aburrimiento.

"Lo que no existe no existe. Lo que no es, no fue ni será. Los mundos fantásticos no existen y no podrás tocarlos. PERO, podrás crearlos y pronerlos en tu enferma cabeza, nada más."

Ante la decepción de un mundo sin fantasía, se me prometió uno donde todo sería posible. Yo fui quien me lo prometí... esperanzado.

Y sólo me ahogué. Me obligué a vivir sólo para un mundo de inexistencia.

Negué el mundo... y ahora ya no puedo aceptarlo.

No hay paso atrás.

No quiero.


Nos vemos.

miércoles

Lluvia y quejas... nada más.

Karl... ¿recuerdas las lluvias de la niñez...? Yo las recuerdo... eran frescas, y olían a vidrio.

Llover era, cuando yo pequeño, un evento de pocas veces al año. Recuerdo era poco frecuente. Tres o cuatro lluvias al año... Si tú llegas y me dices "de tal año a tal año en Zamora llovió bastante, casi a diario" yo te respondería "el tiempo de un niño es extraño... para mí... y así fue en verdad, llovía poco..."

Llover por alguna razón significaba vagar por la sala de la casa. Pienso que tal vez tenía ganas de salir a la calle a jugar, pero, con lluvia, no se puede. Así que me paseaba como una pequeña bestiecilla por la sala. Y las cortinas, siempre tan ligeras, de esas que apenas filtran un poco, se movían en grandes olas. Yo llegaba a ellas y me pasaba del otro lado, del otro lado había cristal. Y me repegaba a él. Quería observar lo más cerca posible la lluvia... y miraba el jardín que recibía la lluvia, su comida. Y mi naríz ató todo en un sólo paquete. La lluvia huele a vidrio, a frío cristal. Y tiene una sensación vaporosa de suaves cortinas. La lluvia.. es eso.

~Se han acabado las vacaciones y no logré nada de lo que me preopuse. Y la verdad no me importa. No hice nada importante. ¡Ah cierto! Sí acabé una acuarela que no me agradó del todo, y comencé un acrílico que a diairo me mira incompleto. Reviso los montones de hojas dibujadas... son tantas... No puedo evitar sentir que a pesar de no hacer nada de lo que preveí... voy a tiempo... es una sensación extraña... digo, no debería de estarla sintiendo. La prgeunta es, ¿me siento tranquilo porque voy al paso que debo? o ¿me siento tranquilo porque a pesar de mis horribles faltas pues es mejor pensar que las cosas están bien -lo menos que requeriría es un ataque de pánico-?~

La bicicleta... quisiera andar en biccileta de nuevo... lo extraño... Andaba mucho en bicicleta de niño, la velocidad, la tranquilidad, los juegos... AHora que voy a Zamora, por todos lados hay pubertos en omtocicletas... me da pena... y me alegra pensar que en mis tiempos, por lo menos, pude andar tranquilo ne bicicleta... Incluso cuando acabab de llover, con los charcos y el olor de lluvia... Y el aire, porque el aire de lluvia es diferente... Huele rico. Y se siente así.

Una computadora... por años y años no me importó mi PC. Podía hacer todo lo que necesitaba. Era feliz. Soy feliz. Pero me llegó por fin el momento de la ambición. Sin embargo esa ambición ya fue alimentada y burlada... De nuevo empieza a engordar, pero ya hay razones para pensar que es mejor desistir y matarla de hambruna. Desearía no desear... y he ahí el primer error, sigo deseando.

Me ha estado doliendo un poco la cabeza... corrijo, nome duele, sólo se me embota y me mareo... un mareo de cansancio... o eso me aprece... trato de dormir bien, trato de comer bien... pero nada... Será que por fin llega mi hora...

Ojalá no me aterrará irme... así podría irme temprano.

Nos vemos.