Desde el Estigia y a través del Leteo.

Soy Pepe y estoy aquí, ¿puedes verme? Sólo quiero mirar y hablar un poco, mirando a través del río terrible que es el Estigia, y pasando con cuidado por el Leteo, que en cualquier momento y descuido se comerá todos los recuerdos.

Mi foto
Nombre: Pepe
Ubicación: Ninguna, Región este.

Érase yo, y me perdí, desde entonces vago. Me gusta platicar, me gusta admirar, me gusta contar, y si no hay nada más, vamos a gritar. Si la tranquilidad es adecuada, dormiré, mayor delicia no hay.

jueves

¿Está muerta?

Frank... estoy asustado.

La toqué y estaba fría. No de un frío cualquiera, un frío inerte que de inmediato me dio una sensación de malestar. Como si estuviera muy enferma, a punto de morir. Mi espanto se habría prolongado pero aquella cuya temperatura me alarmaba era mi computadora.

Siempre que trabajo, suelo en algún momento poner la mano sobre ella, a manera de un pequeño cariño. Por lo general, está caliente el monitor, a veces ardiendo. Me da una sensación de trabajo extenuante y esfuerzo sobrehumano (¿sobreelectrónico?). Pero me asustó más el frío que sentí aquella vez.

Es tonto asustarse por la salud de una máquina sin vida, pero... ¿y si no fuera un montón de circuitos inanimados? Soy de los que piensan que tal vez podría ser de otro modo...

Desde pequeño, como muchas de las cosas que les he relatado, me preguntaba si podría haber algún alma en los juguetes y los objetos. Desde entonces me atormentaba un poco y me ponía a sufrir que un alma que tanto bien me había hecho en la forma de un juguete acabase sus días eternos en un bote de la basura. Mi razón se logra imponer al final, pero siempre me he dado la libertad de dirigirles algunas palabras de afecto junto con alguna caricia, "sólo por si acaso" me digo.

Puede que sólo sea que quiero creer que así es...

...pero así son tantas cosas en la vida humana, cosas que ponemos ahí para después encontrarlas. Cosas que creemos porque así lo deseamos, no porque hubiésemos llegado a creerlas de verdad.

Una amiga me dijo hace poco, después de que se lo pidiera, que mi dibujo decía: "¿cuál es mi fin?" Fue un poco irónico que mis dibujos tuvieran problemas existenciales igual que su dueño.

¿Tendrán sentimientos acaso?

Hace mucho lo vi en una serie: los objetos pueden quedar impregnados de los sentimientos de sus dueños, y así incluso logran conseguir un alma. Y más de alguno, define a un fantasma como un sentimiento detenido en el tiempo, condenado a repetirse una y otra vez, como un insecto atrapado en ámbar... atado por siempre a aquel lugar.

¿Qué será?

...

Gracias de todos modos, por si pueden escucharme, gracias por todo.

Nos vemos.

lunes

Niñez.

Mi estimado Frank, ¿qué recuerdas de antaño?

~Columpios.

Sólo quería caminar, pero los vi. ¿Hacía cuanto tiempo que no me subía en uno? Así que adelante... ya no puedes tomar mucha velocidad, recuerda que ya no tienes ni el mismo tamaño ni el mismo peso, no quieres ni romperlo ni tirarlo. Y aún así, era relajante. Y recordabas cosas de antaño, ¿no? Y estabas ahí, y si mirabas al cielo, te mareabas por aquel vaivén que nadie sabe por qué razón es tan divertido. Adelante y atrás. Balanceando las piernas con suavidad, para no tocar el suelo, para no perder altura ni ganarla. Una y otra vez... ¿Qué le pasó a todos esos días de infancia? Sólo se fueron, ya no son, pero no se olvidan... aunque no los puedas recordar.

~La niña sola detrás de la camioneta.

Si por la noche transitas una avenida grande y traficada hay ocasiones que podrás ver algo... Y ahí estaba, en la caja de una camioneta (la parte de atrás, la para la carga), una niña sentada sola y en la oscuridad. No se veía rastro de los conductores, y la niña emanaba por sí misma emanaba tal desamparo y soledad. Alguna vez fui en la misma posición... Recuerdo el viento en mis oídos tan fuerte, recuerdo el aire tan fresco que quería arrastrarme, y recuerdo el sonido de mis pensamientos en aquella soledad vertiginosa. Pensamiento tras pensamiento que se quedaba atrás como el paisaje mismo que no atinaba a fijarse en mi mundo, víctima del interminable camino.

~Olor de casa.

Es algo que perdí. ¿Fue acaso enfermedad, o falta de práctica? Más bien, perdí la capacidad de sorprenderme... en alguna medida. Los malos hábitos, más bien, los fuertes hábitos, nunca se dejan del todo. Están grabados a sangre y piedra en tu alma, en el corazón. In the core. Cada casa era un mundo distinto, cada casa era un universo, lleno de secretos negados a aquellos que no fueran nativos de aquel hogar. Impensable que dos mundos tan diferentes fueran parte de un mismo mundo más grande... Todo era un vacío, y en el vacío brotaban por aquí y por allá mundos aislados con sus propias reglas, sus propios habitantes, su propio olor. Y cuando perdí aquella ilusión, perdí la habilidad de reconocer aquellos olores que jamás me decían nada, que tan sólo me indicaban que esa... era una casa diferente.

~Porcelana.

Superficie brillante, lánguido ¿deslavado? tinte azul, y caras finas en pétrea eternidad. Frágiles. Me lo decían. Frágiles. Lo repetían. Frágiles. La sola mirada de un niño destruye. Frágiles eran. Y yo les miraba... y a escondidas me acercaba para mirar más de cerca, y de cerca mirar el detalle, de cerca mirar ese azul, ¿por qué siempre azul, sólo el azul era tan delicado, sólo aquel azul tenue podía fijarse en la suave superficie? No lo sé... pero me queda aquel azul. Azul de fragilidad, no de límpido cielo o profundo mar, azul fragilidad que se desvanece quedándose.

~¿Por qué siempre se busca el cariño imposible desdeñando el obvio?

No lo sé, pero me lo pregunto una y otra vez.

~Creer en la magia en un mundo mágico donde todo es posible no presenta sorpresas.
Conocer el cómo funciona la magia en un mundo de limitadas pero infinitas posibilidades es un continuo asombro.

Si yo creo en que todo es posible, nada me asombrará. Si creo que no todo es posible, cualquier cosa me asombrará. Dos maneras de pensar, dos personas. A la una todo le es bello pero cotidiano, sabe que cualquier cosa pasa. A la segunda, se le asombra con aquello y esto otro, pero es sólo asombro y ya. Cuando al primero se le revela el funcionamiento de todo, se asombra y extasia, "¡no todo es posible!" grita, "¡para que suceda algo, circunstancias maravillosas se deben reunir y aquello que me parecían tan cotidiano resulta ser en verdad tan especial!" El segundo no quiere causas, cualquier acto le parece sorprendente y así vive, olvidando por propósito y voluntad cualquier explicación, a fin de que la magia siempre sea magia. En la magia creen los dos, de la magia viven los dos, y cuando se encuentran, pelearán, pero se simpatizarán, es la magia.

Fui niño que se sorprendió con todo, fui niño que se maravilló con el funcionar de todo, ahora soy niño que se angustia y teme a la inmensidad de todo. Sigue siendo magia, pero la magia devora. Es cuestión de aprender de nuevo a ser niño, ¿verdad anciano?

Nos vemos.

A cuatro manos y una apuesta.

No lo intenté Eliah... no lo hice.

Una noche. Era de tarde cuando partí. Noche cuando llegué. El tiempo pasa. Sentado, esperé. Poco a poco, un deseo por escuchar se avivó en mí. Recordé. De pasadas ocasiones. Mi tío sentado. Tocando nada más. Sin destino ni fin. Sólo tocando. Desee escuchar. Y esperé con ansia. Comenzó. Sexto recital de piano. De no sé quien. Y no sé donde. Y comenzó.

Uno y otro. Canciones. No había ido por ellas. Era por alguien. Esperaba. Canciones por mientras. Expectación por alguna pieza amada. Alguna llegó. Y la persona apareció. Tocó. Y lo vi. No lo había notado.

En la serena y suave superficie del piano negro, en su madera acorde y melodiosa, ahí, dos manos más, que en espejo tocaban, no en repetición, sino al tiempo.

Cuatro manos, dos pares, una canción.

Y siguió. El mundo siguió. Las canciones siguieron. Todo siguió. Acabó. Y perdí la apuesta.

Yo sentado. Esperé. Confié. Me arriesgué. Demasiado arreglado para mi gusto. Y perdí la apuesta.

Así es la vida.

~o~

De pequeño quisieron que estudiara al piano. El piano. No me atraía. No me gustaba. Y a la fuerza. Estudiando. No quise, rebeldía. Algo aprendí. Después me di cuenta (años).... que no aprendí mucho.

Habré sido siempre tan obstinado, que si no se me revelaba el fin, que si no me era evidente la importancia, imposible que siquiera tratase. Y el mundo sin tener fin, ¿por eso me es tan ingrato?

Alguna vez añoré saber tocar. Alguna vez añoré poder escuchar aquella melodía cuando quisiera. Pero eso no era para mí, pensaba. Me estaba negado, me decía. Ahora lo sé. Era orgullo. Podía aprender, pero no quería. Debía mantener mi resolución de no aprender. Orgullo se llama.

Ahora... nunca es tarde. Tal vez pueda, tal vez aprenda.

Sería bonito, ¿no creen?

~o~

Falta de confianza.

Cuando de niño te preguntan, ¿qué quieres ser cuando seas grande? Y entonces respondes con ilusión e inocencia (ingenuidad) aquello con que sueñas. Luego, poco a poco, sin darme cuenta, lo perdí todo.

Era pequeño. Y tenía mi respuesta.

"¿Qué vas a ser cuando seas grande?"
"Arqueólogo-inventor".

Descubrir antiguas formas. Extrañas formas. Crear nuevas formas. Extrañas formas.

Era mi sueño.

Dinosaurios. Máquinas increíbles. Criaturas increíbles. Máquinas dinosaurio.

Sin que nadie me dijera, me di cuenta. Y abandoné.

Tan triste ver morir poco a poco tu sueño en manos de la realidad.

Y no lo volví a hablar. Ahora, siempre era la misma respuesta ocultando la verdad.

"¿Qué vas a ser cuando seas grande?"
"No sé..."

Por cortesía y lástima, y lo agradezco, nunca preguntaron qué había pasado con mi sueño.

Desde entonces, pensé muy bien todo, no podía hablarlo. Necesitaba saber si era mi sueño verdadero, si era posible crearlo. Y desde entoces callé.

No volví a tener confianza.

No importa cuantas veces lo escuchara en la TV, o lo leyera en cualqueir sitio... No volví a creer...

¿De qué sirve creer?

Pero... ¿saben?

Aún así sigo mi deseo... oculto, tratando de que nadie sepa...

Y si fallo, nadie lo notará...

¿Y si lo lograra?

...

Nos vemos...

Por centésima vez, nos vemos.