Desde el Estigia y a través del Leteo.

Soy Pepe y estoy aquí, ¿puedes verme? Sólo quiero mirar y hablar un poco, mirando a través del río terrible que es el Estigia, y pasando con cuidado por el Leteo, que en cualquier momento y descuido se comerá todos los recuerdos.

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Nombre: Pepe
Ubicación: Ninguna, Región este.

Érase yo, y me perdí, desde entonces vago. Me gusta platicar, me gusta admirar, me gusta contar, y si no hay nada más, vamos a gritar. Si la tranquilidad es adecuada, dormiré, mayor delicia no hay.

domingo

Circo de la vida I.

Primer acto
Amenazas inusuales

Me han amenazado con regalarme un cachorrito. Más inusual propuesta no me pudo llegar. ¡Pero no era propuesta! Como ya dije y muy bien dije, era amenaza. Si no cesaba en mis actividades depresivas antes del término de dos semanas, ya estaba advertido, un cachorro me sería regalado. No me queda pues otra opción que reformarme.

Porque sé muy bien que me acabaría encariñando.
Porque sé muy bien que nadie exagera o mal hace cuando por su mascota llora.
Porque sé muy bien que un ser querido es siempre ser, pero sobretodo querido.

Y esto es la vida señoras y señores, un extraño circo de pérdidas funestas y dichosos encuentros. Que el momento sea nuestra ley, ¿no es así?

Que sólo en el espectáculo se vive, sólo el momento existe, y esto es, damas y caballeros, el circo de la vida.


Segundo acto
Bizarro mundo exterior

Existe un momento, un momento mágico podría ser, en que de pronto y para siempre, el acto eterno se vuelve vida, se vuelve cotidiano, y es cuando confundimos esto con aquello, y lo que era mero fingir se vuelve ser. Esto era lo que pasaba y es lo que te pasará, que quien recuerda lo que era ser niño esto lo sabe bien.

¿No sabes de qué hablo? Lástima entonces, esfuérzate un poco más, que de algo importante te hablaré.

En la ilusión en que te mueves y me muevo, la comodidad se acostumbra y el mundo parece uno y siempre igual, pero ¡ay de mí! Que hay momentos que rasgan tu tela y juicio, y te demuestran que nada es como yo creí.

Entonces el espanto y el desoriente, la confusión y la incertidumbre, angustia de un desazón.

¿Es acaso esto lo que hay tras bambalinas?

Tristeza y melancolía que veo en la cara de aquel hombre, preocupación por un día que no tarda en llegar y en el que habrá que pagar (todo fuera cosa de la vida, pero es dinero y hay familia).

Carcajadas salen de aquella casa, enfermas y distorsionadas. No es risa de algo divertido, es risa de algo pervertido. Sonoras se expanden y a mí me asustan, que se salgan y en mí pudieran encontrar una presa.

Una pequeña y linda niña que con ojos atentos me mirara no es peligro, pero en este ambiente, en este momento, de nada me puedo yo fiar, acaso la inocencia mata, ya muchos lo han hecho notar.

Y las calles tortuosas y la basura que lleva el viento (que si no la barre es porque no hay presupuesto), hay baches mil, las raíces que brotan del cemento para hacerme sufrir, todo esto yo no lo alcanzo a soportar, ¿de qué trata esto, qué ha salido mal?

Y me doy cuenta que es el mundo, que sólo creí acostumbrarme a una de sus facetas. Facetas digo mal, hablo de un pequeño trozo de él, pues con estos ojos tan pequeños, es obvio que todo no lo puedo abarcar.

Y en plena zozobra voy acostumbrando mi piel y mi sentir, hasta que me engaño de nuevo, y me hago del acto un vivir. Todos fingen o fingen fingir (no sea que alguien te vaya a, en realidad, percibir). Yo camino por estas calles y me gustaría en soledad partir, porque si no hay nadie, a nadie veré sufrir.

Si no hay nadie, esto sería más fácil de vivir.

Con pasos resonando en calles solas donde nadie me hará morir.

Nos vemos.