Adiós abuelo.

Murió mi abuelo.

Te nos fuiste.

Y todos te lloran.
Y todos te rezan.
Y tú sin moverte.

Recuerdo cuando te dejé por la mañana.
Y ahora estás ahí.
Idéntico a la última vez que te vi.

Antes me daba pena mirarte...
Déjame mirarte ahora que ya estás tranquilo.
Déjame mirarte ahora que ya no sufres.

Si acaso aquel cuento del equilibrio es cierto.
Todas estas lágrimas son sólo el pago, mínimo.
Por todo aquello que nos diste.

Sin apego a la tristeza.
Dejémosla ir toda en llanto.

Aquello que sale por la chimenea...
Es sólo humo.
Él es sólo mi abuelo.
Decir que el humo aquel lo destruye o merma...
¡Qué ridiculez!
Una persona, mi abuelo, no se acaba en eso.

Y así, me despido.

Descansa.

Tranquilo.

...