Luces de tormenta

Frank, ¿has visto cuando los rayos con intermitente paciencia se empeñan en iluminar el mundo?

Es un espectáculo de lo más bello, tus ojos habituados a la obscuridad que ya reina, no alcanzan a acostumbrarse a esos instantes, pero haciendo el esfuerzo, logras vislumbrarlo todo, más brillante que si fuera de día. O es nos lo parece, ¿quién dice que no es brillante sino sólo ilusión de nuestros deslumbrados ojos?.

Recuerdo la primera vez que eso me ocurrió, no fue hace mucho (no soy alguien que haya vivido una vida, como se dice por ahí), en una reunión con mis amigos, una lunada, pues es en la noche, y con una fogata. La fogata se apagó temprano, pero toda la madrugada hubo tormenta, y toda la madrugada la observamos. Estábamos en un cerro, en el campo, lejos de la ciudad, no tanto, sólo lo suficiente, y así, veíamoslo todo iluminado a momentos, y esos fascinantes relámpagos, extensos como raíces, delgados como líneas y tan brillantes como el blanco puede ser. El aire helado estremecía y hacía temblar... pero la visión, no nos dejaba ni parpadear.

Y lo mismo que entonces fue no hace mucho*, miraba en el fondo de la ciudad, por arriba de todas las casas y construcciones (pues Guadalajara no es ciudad de muchos edificios) como no se observaba rayo alguno, sólo el intermitente iluminar de un foco gigantesco de luz blanca, no amarilla cual del sol.

Todo blanco y claro... como de un sueño.

Por un instante la noche se hace día...

¿...incluso más que día?

Y en un instante todo pasa...

...pero queda el recuerdo, tan fugaz como la visión.

E igual de endeble.

Eso es...

Nos vemos…

*Ocurrió el lunes 1 de agosto.