Desde el Estigia y a través del Leteo.

Soy Pepe y estoy aquí, ¿puedes verme? Sólo quiero mirar y hablar un poco, mirando a través del río terrible que es el Estigia, y pasando con cuidado por el Leteo, que en cualquier momento y descuido se comerá todos los recuerdos.

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Nombre: Pepe
Ubicación: Ninguna, Región este.

Érase yo, y me perdí, desde entonces vago. Me gusta platicar, me gusta admirar, me gusta contar, y si no hay nada más, vamos a gritar. Si la tranquilidad es adecuada, dormiré, mayor delicia no hay.

jueves

Corre, sólo corre.

Frank:

Un pie delante del otro, un pie delante del otro, una y otra vez, uno, dos, tres... cuatro... cinco... ... seis... ... ... siete... ... ... ocho... ... ...nueve... ... ... diez... ... ... once... ... ... doce... (...) ... ochenta y uno... ... ochenta y dos... ochenta y tres... ochenta y cuatro, ochenta y cinco, ochenta y seis, ochenta y siete... acabó la carrera. Con el corazón que late como si quisiera correr fuera del pecho y la respiración agitada, desesperada, el cuerpo tan excitado que no se puede contener a sí mismo inmóvil... Pero de alguna forma, la satisfacción.

Hace poco leí en una revista que explicaba que la carrera fascinaba al hombre. Todo comenzaba por tener los dos pies separados del suelo, estar suspendido en el aire por un momento, pero luego caes, tan sólo un instante, y vuelves a quedar en el aire, una y otra vez, una y otra vez hasta que te das cuenta de que en realidad, estás volando. Todo lo que sube debe bajar tarde o temprano, así que no mucha importancia tendrá que bajes al suelo, pero haciendo cuentas, el tiempo que pasas en al aire es superior al que pasas en la tierra. Algo de sentido tiene todo esto.

Después de leer aquel artículo recordé cuanto me gustaba correr de chico... y recordé cuanto lo disfruto ahora, cada vez que en un arranque que parece más de locura, salgo disparado, para sentir la velocidad, el ver el camino desaparecer tan rápido y sentir el viento, una especie emoción indescriptible.

Hace poco hice algo no muy sabio, debido al calor, prefería pasearme en lugar de por la acera, por el camellón (esa especie de jardín que hay entre los carriles de uno y otro sentido) de una avenida, salpicado de árboles y con un ambiente tan fresco. Claro que las ventajas terminan cuando llegas a un cruce, más si es uno de esos cruces gigantescos donde convergen tres avenidas, ya que la tercera calle es diagonal, y por su naturaleza inclinada obliga a que el siguiente tramo de camellón esté bastante alejado. Aún así, esperé. Pude cruzar a a la acera, cruzar una avenida, luego otra, y luego de vuelta al pastito, pero no, no quería desviarme.... y además hacía mucho calor. Esperé... el semáforo dio la señal, y comencé a correr. No a toda velocidad, pero a buen ritmo, pero el tramo era largo y yo corría y el extremo era aún lejano, el semáforo no debería de tardar en cambiar y dejarme en medio de un torrente de autos. Me reí ante la perspectiva. Seguía corriendo, y corriendo, ya llegaría, lo único que no debía hacer, dejar de correr.

Pasé sin problemas.

Quienes gustan de correr tal vez me comprendan, y ahora que estoy consciente de esto, lo disfrutaré más. Pues es un pequeño instante en que puedes dejar atrás todo, en que nada te atrapa, en que ni siquiera existe un destino al cual llegar, en que sólo existe el siguiente paso que vas a dar antes de volver al aire al que perteneces.

Nos vemos.

4 Comments:

Anonymous Anónimo said...

A mí también me gusta correr sin motivo aparente, aunque eso sirve de mucho para cuando se me hace tarde (que es la mayor parte de las veces). Sin embargo hay gente a mi alrededor que me molesta cuando corro... al cruzar una avenida, aunque no se acerque el peligro evidente mi hermano dice que parezco marchanta y me pone el apelativo "naca". Por otro lado a veces suelo ir con alguna otra persona que sufre si aumento aunque sea un poco la velocidad.

Pero la edad comienza a hacer estragos y cada vez son menos las veces que corro ya que me duelen las extremidades inferiores o los prejuicios sociales de que una señorita corriendo sin motivo aparte (además de los zapatos y las ropas que nos venden) hacen de esta labor algo más complicado....

Ya hasta había olvidado que me gustaba...gracias pp

22:57  
Anonymous Anónimo said...

No soy corredor, aunque antes corria y cuando lo hago lo disfruto (sobre todo antes de sentir que me va a dar un infarto!)... con los años uno va dejando de correr, y para peor, cunado se hace, lo hace de manera divertida...


Saludos!! :D

15:24  
Anonymous Anónimo said...

A mi no me gusta correr, bueno puede que cuando era niña me gustara aunque como era minusválida no corria, entonces me ha de haber gustado correr, ahora en la vejez, también soy minusválida por lo que tampoco corro pero ahora ya no me gusta hacerlo esa es la diferencia.

20:06  
Anonymous Anónimo said...

PD.
Hay que tomar en cuenta que al correr soltamos endorfinas y otras hormononas, eso es importante.

20:07  

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