Desde el Estigia y a través del Leteo.

Soy Pepe y estoy aquí, ¿puedes verme? Sólo quiero mirar y hablar un poco, mirando a través del río terrible que es el Estigia, y pasando con cuidado por el Leteo, que en cualquier momento y descuido se comerá todos los recuerdos.

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Nombre: Pepe
Ubicación: Ninguna, Región este.

Érase yo, y me perdí, desde entonces vago. Me gusta platicar, me gusta admirar, me gusta contar, y si no hay nada más, vamos a gritar. Si la tranquilidad es adecuada, dormiré, mayor delicia no hay.

domingo

Confesiones

En este día de cuyo número no recuerdo, pero que sin duda del mes es el segundo nombrado febrero y estando todos en el año dos mil y siete de su señoría, me preparo a escribir inspirado por libros hace mucho antaño escritos las que son mis memorias. A usted, señorita Elyah que la salud le guarde mucho, y a los señores Frank y Karl de confusos pero diversos nombres, les encomiendo la tarea de leer por mí los escritos que a continuación y sin dilación me preparo a transcribir desde mi bien ajada, muchas veces sombría y nublada memoria. Y por cierto que el tema que pretendo escribir no es menos importante que el tono que he pretendido darle con esta rebuscada y mucho muy barroca introducción, pues se tratan de mis...


Amores de infancia

Corría entonces un año que en mi joven mente no podía concebir y que acaso por ello mismo no he podido recordar, siendo que siendo un infante de mi calaña es probable que ni siquiera supiera lo que un año fuese, siendo que ni siquiera una semana sabía lo que significaba. En aquel tiempo, acaso por influencia de mis padres y tíos, adultos a las sazón y que siempre buscan en los niños los datos equivocados, pues una vesces les hablan de lo que no pueden entender, y otras muchas les ocultan lo que sin dificultad comprenderían. Siendo yo, pues, expuesto a los inerrogatorios de los que no podía librarme sin contestar lo que fuese. Correcto o no poco importa, que lo necesario es que haya respuesta, y debió ser en esas pláticas donde aprendí, o escuché más bien, lo que un concepto de novia era y sin saberlo tampoco mucho acabé teniendo por dama a la niña Erika a quien yo debía llevar alguno si no es que dos o más años. ¿Era en verdad una niña linda? No lo recuerdo con claridad, y tampoco recuerdo haber sentido nada especial por ella, pero siendo como eran las cosas, eso poco importaba. Lo que es, es, si lo comprendes o sientes, poco importa. Quedó así pues instaurado que ella era o podía ser mi novia y estando yo con el orgullo desde entonces muy desarrollado, no me daba siquiera el tiempo para comentarlo con ella. Primero, porque si era cierto todo esto era necesario que me diese un cierto pudor y sonrojo hacer tal pregunta, y segundo, porque no habría gustado de recibir una negativa a lo que mi mente tan segura estaba. Y suecedió pues que en una fiesta de la que aún ahora es mi prima, con la niña en cuestión presente y dos de las niñeras que nos tenían a su cuidado cucándome en mi orgullo y en mis muy pequeñas delusiones de infante que poco comprende pero que todo lo toma en serio, estallé en ira. Debo decir, debo admitir que orgullo no me da, y dificultoso me sería este relato de no saber que es lo más probable que nadie lo lea, en principio porque nadie visitas estas escrituras mías, y en segundo porque a cualquiera ahuyentaría la extensión que parecen ir tomando estos escritos míos. También me impulsa a impregnar con digitales caracteres mi historia, la resolución de quitar la importancia a todo auqello que yo pudiera atesorar, pues es la manera única en que puedo liberarme del yugo de los secretos, yugo que sólo trae soledad y tristeza. Prosigo pues con mi anécdota recordándoles pues lo mucho que significa para mí mostrarme en tan lamentable figura. Se me había dicho por las dos niñeras algo que no recuerdo en lo más mínimo, pero que había desembocado conmigo blandiendo el palo con el que se había roto la piñata. Presumiendo y orgulloso del poder que me otorgaba aquella arma, golpeaba el suelo para demostrar el gran daño que era yo capaz de causar, y con el que decía a grandes voces que la niña era mi novia, y que si no lo era, la obligaría a serlo por la fuerza, acompañando mi aseveración con un golpe más al pobre cesped que parte ninguna tenía en mi riña pero que aún así soportó sin proferir un sólo gemido ante tan injusto suplicio y lamentable espectáculo. Las mujeres, que tenían detrás de sí a la niña cuyo nombre después me parecería hermoso, no tanto así por la persona de quien provenía puesto que no le he visto casi nunca más y lo poco que le vi no la mostró con gran belleza ante mis ojos, me interpelaban con sus risas siguiéndome el juego y contrariándome, lo que sólo hacía aumentar mi ira. Aún recerdo que de cuando en cuando miraba con un dejo de vergüenza a la niña, al mostrarme de tal manera ante ella, y no puedo evitar nunca el recordar con honda grima el epectáculo que ante sus ojos debí montar. Ésa es pues, una de mis primeras memorias en lo que el arte amatorio referían y de la cuál acaso esté más avergonzado, no obstante lo más probable es que nadie lo recuerde y que si yo lo refiriese se me tacharía de loco por dar valor de realidad a lo que sólo fue un sueño mío.

Mi relación con las niñas, a las que no era yo indiferente según me parece por una anécdota que referiré un poco más adelante, fue abundante en lo que la etapa del kinder se refería. Esto, cuando menos es lo que me parece, pues siempre he tenido la idea, espero no equivocada de que jugaba mucho con niñas. Pero, acaso eso sólo sea otro de mis constantes delirios, ocasionado en aquel entonces por mi ingreso un tiempo después a la primaria, en la que pasaría seis años sin tener por compañero a una mujer, y sin más contacto femenino que el de aquellas mis familiares, las mujeres de secundaria y preparatoria que se divisaban a lo lejos en el patio de recreo, y a mis vecinas a las que quisiera referirme enseguida, pero aún no todavía es el tiempo de ellas. Me ha parecido también que el carácter que en aquel entonces dominaba a mi persona, entusiasta y sensible siempre al borde del llanto, se llevaba mejor con las mujeres que con los niños a quienes siempre había considerado como epítome de maldad y desorden que tan en desagrado tenía yo, y que aún sigo teniendo. Me viene pues una memoria que había quedado ya en contarles que se refería a un extraño juego que se desarrolló una vez en el patio y que a diferencia de mi anerior confesión, he contado varias veces con gran regocijo de mi parte. Ocurría pues que en la televisión había una campaña contra la violencia y aconesejaba contar hasta diez cuando uno entrara en cólera a fin de poder recapacitar y evitar descargar la ira en inocentes pequeños. Yo era, por aquel entonces, todavía muy pronto, cosa sin cambio, a despertar en ira y sobre todo, cosa que sí cambió, a mostrarla sin tardanza. Así pues, un grupo de niñas en grupo me molestaban diciendo mi nombre o algo sin sentido, a lo que yo respondía con ira pues sólo lo hacían por molestar a mi muy gentil persona. Me volteaba pues ante su llamado, y comenzaba dar sendos pisotones en el suelo al tiempo que iba contando hasta diez. Contados los diéz dígitos, me volteaba y seguía mi camino con la ira intacta pero convencido de que así debía de actuar porque la televisión lo indicaba. Las niñas, que habíanse retirado en desbandada a distancia prudente de mí, volvían a reunirse para llamarme de nuevo ante lo que yo repetía la misma operación, si bien después de algunas veces ya me parecía algo sonso mi actuar y no llegaba a contar hasta el diez, pues mi ira ya no duraba tanto. Tal vez sólo fueron tres el número de veces que ocurrió, pero a mi me pareció que lo hicimos por bastante tiempo, tómese pues nota de cómo los tiempos para un niño varían demasiado comparados con los de un adulto.

[Enseguida fragmentos aún incompletos que completará sin faltar a mi palabra en poco tiempo]
~Lo que enseguida estaba transcrito en la entrada original ahora puede leerse en la segunda parte de estas Confesiones que han sido completadas conforme a lo prometido y que por comodidad dividí en un segundo Asunto.~

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Desnudando el pasado?
Hum...
No extrañas los amores de la infancia?

12:58  

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