Pequeña mirada al interior de un corazón imaginario.
Y si miras de cerca, te morderás un dedo... Elyah.
Los árboles, como cada día, barren el cielo de las nubes escasas. Otros días hay más trabajo, otros días el cielo entero es negro y ellos se doblan en sí lo más que pueden para limpiar el límpido ceruleo que nuestra vista ansía.
Si una niña cayera del cielo, si una niña te mirase, y si quisieras a esa niña, no lo notarías, no habría nada, no estarías leyendo. En verdad no sé de lo que hablo, en verdad no sé qué existe. Sólo no puedo olvidar esa mirada.
Quisisera saber si yo he mirado así... tal vez...
Miras, y sólo eso, todo es ajeno y desconocido, irrelevante y aún así magnético. No dejas de ver, no sientes nada, sólo un vacío y tus ojos perdidos no dejan de verlo todo. Tratas de comprender, pero nada hay, todo es y nada más, contemplas y el vacío se va agravando más y más hasta que comienzas a sentirlo. Es la primera sensación pero no tienes reacción. ¿Cómo podrías llorar? El llanto es el exceso, el derramarse de lo demasiado. De la nada no puede surgir llanto alguno, y aún así lo deseas. No tienes lágrimas, qué triste, porque quieres llorar.
Hay algo en esas historias contadas que me reulta familiar. Esa suerte de tragedia pues sabes el final, el narrador lo sabe todo y te lo cuenta con cada detalle. Y cada detalle lo sientes. Aquel ser está atrapado en la narración, vive y respira y tú sólo puedes verlo. Y entonces sientes que puedes comprenderlo...
A veces creo que no me entienden... es una tontería vanidosa, yo siempre he creido que la gente puede entenderse, que todos somos iguales. Y al final yo aquí escribo lo que me parece sentir. ¿Qué es lo que siento?
Disculpa, no recuerdo su nombre. Sólo recuerdo su expresión, perdida y atenta. La tristeza de la soledad que habita... que habita porque no hay nada.
Hoy lo vi, y estoy triste...
¿Por él o por mí?
Istvan, nos veremos...
Los árboles, como cada día, barren el cielo de las nubes escasas. Otros días hay más trabajo, otros días el cielo entero es negro y ellos se doblan en sí lo más que pueden para limpiar el límpido ceruleo que nuestra vista ansía.
Si una niña cayera del cielo, si una niña te mirase, y si quisieras a esa niña, no lo notarías, no habría nada, no estarías leyendo. En verdad no sé de lo que hablo, en verdad no sé qué existe. Sólo no puedo olvidar esa mirada.
Quisisera saber si yo he mirado así... tal vez...
Miras, y sólo eso, todo es ajeno y desconocido, irrelevante y aún así magnético. No dejas de ver, no sientes nada, sólo un vacío y tus ojos perdidos no dejan de verlo todo. Tratas de comprender, pero nada hay, todo es y nada más, contemplas y el vacío se va agravando más y más hasta que comienzas a sentirlo. Es la primera sensación pero no tienes reacción. ¿Cómo podrías llorar? El llanto es el exceso, el derramarse de lo demasiado. De la nada no puede surgir llanto alguno, y aún así lo deseas. No tienes lágrimas, qué triste, porque quieres llorar.
Hay algo en esas historias contadas que me reulta familiar. Esa suerte de tragedia pues sabes el final, el narrador lo sabe todo y te lo cuenta con cada detalle. Y cada detalle lo sientes. Aquel ser está atrapado en la narración, vive y respira y tú sólo puedes verlo. Y entonces sientes que puedes comprenderlo...
A veces creo que no me entienden... es una tontería vanidosa, yo siempre he creido que la gente puede entenderse, que todos somos iguales. Y al final yo aquí escribo lo que me parece sentir. ¿Qué es lo que siento?
Disculpa, no recuerdo su nombre. Sólo recuerdo su expresión, perdida y atenta. La tristeza de la soledad que habita... que habita porque no hay nada.
Hoy lo vi, y estoy triste...
¿Por él o por mí?
El perfume ~Historia de un asesino~ Tom Tykwer Alemania, España, Francia 2006 |
1 Comments:
Espero comprenderte... o haberte comprendido... algún día, cualquiera de los dos.
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